Queridos amigos:
Estuve en Iran en 2015. Guardo un recuerdo imborrable de aquel gran viaje. Visité ciudades magníficas (Shiraz, Yazd, Isfahan, Kashan, Tehran…). Admiré restos arqueológicos de las antiguas civilizaciones persas en Persepolis, Pasargadae, Naqsh-e Rostam y Yazd (a las afueras de la cual se conservan varias torres del silencio zoroastrianas). Las ciudades iraníes deparan al europeo un cúmulo de sorpresas: la plaza del Shah, el bazar, los palacios y las mezquitas de Isfahan, la arquitectura del barro, las torres de ventilación y los palomares en Yazd o Meybod, la mezquita Nasir ol-Molk de Shiraz… (Las salas, las cúpulas, los “iwans” y los minaretes de casi todas las mezquitas iraníes están decorados con hermosas piezas cerámicas azuladas, verdosas o amarillas, pero los colores rosa y malva de Nasir ol-Molk sorprenden al visitante.) El viajero puede contemplar en la antigua Persia vastos desiertos, jardines esplendorosos (en Shiraz, en Isfahan…), palacios reales, “hamams”, residencias señoriales (como la Tabatabaei de Kashan). Pero sobre todo pude comprobar que las gentes del país suelen ser muy hospitalarias y simpáticas. ¿Qué más se puede pedir?
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